IPCC

Qué podemos hacer ante el último IPCC

El IPCC es el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, un grupo científico reunido por las Naciones Unidas para monitorizar y evaluar la ciencia global relacionada con el cambio climático. Este grupo, formado por todo tipo de científicos de distintas materias e ideologías, se encarga de evaluar los miles de artículos científicos que se publican cada año para informar sobre el cambio climático. Por tanto, proporciona una información científica, técnica y  socioeconómica relevante, rigurosa, contrastada y equilibrada para que se puedan tomar decisiones.

Como autoridad internacionalmente acreditada y reconocida en materia de cambio climático, el IPCC elabora informes con los que están de acuerdo todos los científicos climáticos del mundo y cuentan con el consenso de los gobiernos de la ONU.

 

El último informe del IPCC

En febrero de 2023, el IPCC dio a conocer su informe más reciente, el sexto, que basa sus conclusiones en más de 34.000 estudios contrastados. Se trata del análisis más completo de los impactos del cambio climático y los riesgos futuros, con la participación de 270 autores de 67 países del mundo. Y los titulares no son buenos. En palabras de Antonio Guterres, Secretario General de la ONU, el informe es un atlas del sufrimiento humano y una acusación al liderazgo climático fallido. Podríamos resumir las conclusiones del informe, como dice Eloy Sanz (científico revisor del IPCC), con que la ventana de oportunidad para asegurar un futuro habitable y sostenible para todas las personas del mundo se está cerrando rápidamente. Algunos de los impactos son ya irreversibles, yendo más allá de las capacidades de adaptación, tanto para la naturaleza como para los seres humanos. Y, a medida que crecen las temperaturas, los impactos serán más complejos y habrá más que se conviertan en irreversibles.

Estamos ante un problema intrincado. El impacto del cambio climático es más generalizado y severo de lo esperado, y los impactos futuros serán más graves y los empezaremos a ver antes de lo esperado, lo que además de ese mismo riesgo, provocará otros asociados como inequidad, conflictos o subdesarrollo.

Según los resultados de los análisis e informes anteriores, el ser humano es el causante, de manera inequívoca, de un cambio climático de proporciones históricas. Este cambio está teniendo ya un impacto negativo en diversos aspectos de nuestras vidas cotidianas, pero por encima de todo, es ya una emergencia de primera magnitud en otras partes del mundo. Como muestra, es una de las principales causas de migraciones forzosas, por encima de las guerras y los factores económicos, según una investigación dirigida por Dennis Wesselbaum en la Universidad de Otago (Nueva Zelanda).

Los resultados del IPCC nos muestran que cada generación va a vivir en un mundo más cálido que la anterior y que las decisiones que se han venido tomando (y se siguen tomando) nos encaminan a un aumento de la temperatura superior a los 2ºC para el año 2100. Ese escenario no es ni mucho menos el más extremo que se maneja ya que si todo sigue como hasta ahora podríamos llegar a los 2,7 grados de aumento, o los 3,5º grados en el peor de los casos. Pero no hablamos solo de calor, estamos hablando de subida del nivel del mar en el 70% de las costas del mundo, de serias dificultades para conservar la vida de todas las especies de seres vivos, de fenómenos climáticos extremos comunes y más duros, etc.

Son malas noticias, aunque con un pequeño matiz. Las estimaciones son mejores que la media de los años anteriores y, aunque sigue sin ser suficiente, cada décima de grado de aumento de temperatura importa. El objetivo de no superar los 1,5ºC se aleja, pero cada medida para cumplirlo es importante porque cada aumento, por mínimo que sea, empeora todos los escenarios y consecuencias. Ya se están registrando temperaturas excesivas pero, a medida que son mayores, los impactos no crecen en la misma magnitud: cada incremento es exponencial y propicia un cambio climático más complejo, más imprevisible y más difícil de manejar.

Otra de las grandes conclusiones de este sexto IPCC es que el cambio climático es peor en los países menos desarrollados, que son precisamente los que menos han contribuido al mismo. Más de 3.000 millones de personas viven en lugares con una alta vulnerabilidad al cambio climático, la mayoría en países del sur global. Pero, citando de nuevo a Eloy Sanz, quien piense que con aire acondicionado en casa y piscina tiene todo resuelto, está tremendamente equivocado. Porque el riesgo de mortalidad por el calor será mucho mayor: menor y peor producción agrícola, descenso de la pesca y la ganadería, menos empleos, precios más elevados, olas de calor extremas, migraciones forzosas y más precarias… en definitiva, peor salud y menor seguridad para todos.

 

¿Podemos hacer algo contra el cambio climático?

Sí. Lo primero, esforzarnos por limitar lo máximo posible el aumento global de la temperatura. Y lo segundo, tomar medidas de adaptación al cambio climático que ya estamos padeciendo, pero que será peor.

Las medidas para limitar el cambio climático deben ser inmediatas porque cuanto más tardemos, más difícil será reducir el cambio climático. El propio IPCC hace una serie de propuestas, clasificándolas en términos de esfuerzo y beneficio:

  • En energía se debe realizar una decidida apuesta por las tecnologías solar y eólica.
  • En tierra hay que priorizar la conservación de ecosistemas por encima de nuevas plantaciones, reforestación, etc.
  • En agua, principalmente, se debe cambiar el modelo de agricultura intensiva y hacer un uso más racional de los recursos.
  • En alimentación, la medida más simple y barata con mayor impacto positivo es el cambio en la dieta con un menor consumo de carne.
  • En edificación tenemos que apostar por llevar la eficiencia energética a todos las construcciones posibles.
  • En transporte, claramente, fomentar el uso del transporte público y la bicicleta, antes que el vehículo eléctrico.

En cuanto a las medidas de adaptación, además de ayudarnos a sobrellevar los impactos, también pueden tener beneficios para limitar el cambio climático. La clave es desarrollarlas de forma estratégica, porque por el momento los avances son lentos y desiguales. Debemos priorizar las adaptaciones transformadoras a los parches y las medidas de efectos inmediatos:

  • Aumentar áreas naturales, espacios protegidos y santuarios de biodiversidad.
  • Aplicar técnicas sostenibles en agricultura, ganadería, silvicultura, pesca y conservación de bosques (por un importe en torno a los 400 mil millones de dólares).
  • Renaturalizar ríos y costas para reducir el impacto de las inundaciones.
  • Reducir el efecto “isla de calor” en las ciudades con árboles, jardines y zonas sin tráfico.
  • Incluir el riesgo climático en la planificación y diseño de edificios, infraestructuras, ciudades, etc.
  • Apostar por las energías renovables descentralizadas y diversificadas, así como el desarrollo de métodos de almacenamiento.
  • Mejorar el acceso al agua potable, el desarrollo de vacunas y la atención a la salud mental.
  • Crear sistemas de alerta temprana y respuesta ante riesgos, tanto de fenómenos extremos y catástrofes, como de posibles pandemias zoonóticas.

Este tipo de propuestas y medidas no están al alcance de los individuos, ya que su capacidad de acción directa es muy limitada. Sin embargo sí se puede presionar de diversas formas para que las administraciones y los gobiernos pasen a la acción de forma rápida y decidida. Y, por otro lado, podemos aportar nuestro granito de arena, que siempre resulta más útil que no hacer nada:

  • Aprende sobre cambio climático e infórmate. Después educa a otras personas (la revista Nature tiene una fantástica guía para hacerlo).
  • Comparte tus pensamientos, tus preocupaciones, tus acciones y tus dudas en tu entorno y en las redes sociales.
  • Únete a la acción colectiva con organizaciones y asociaciones que tratan de influir de forma positiva en la acción climática.
  • Sé consciente de tu situación y trata de mejorarla consumiendo menos y mejor, reciclando, haciendo un uso eficiente de la energía y el agua…

 

Prepara tu empresa para el cambio climático

Las compañías, al igual que la sociedad y los gobiernos, deben actuar en dos direcciones: deben ser empresas líquidas preparadas para los posibles impactos y dispuestas a reducirlos al máximo. El compromiso de alcanzar las emisiones netas cero debe ser un objetivo principal en las operaciones de cualquier empresa, dejando de emitir gases de efecto invernadero y compensando las emisiones irrenunciables. Esto se puede lograr de una forma muy ágil con una transición al empleo de energías limpias, crear políticas de movilidad sostenible para los empleados, reforestación, eficiencia energética o emplear tecnologías y procesos más eficientes, entre otras medidas.

A partir de ahí, se pueden poner en marcha diversas iniciativas, como las que se proponen en este artículo sobre cómo reducir el riesgo climático. El último IPCC no deja lugar a dudas y, más que nunca, el futuro es hoy.

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